Recibir un diagnóstico de enfermedad crónica,  lleva consigo un complicado periodo de adaptación.

Esta adaptación depende mucho de las características de la enfermedad, en el mejor de los casos, será leve y no requerirá más que un control periódico, puede que tomar una medicación preventiva o tratamiento para mantener un equilibrio. Con todo, incluso en este caso, puede que se tenga que hacer frente a un estado de negación inicial, de rabia  o de tristeza por la pérdida del estado de salud inicial,  por el hecho de asumir que ya no se es una persona sana.

Antes del diagnóstico

El proceso hasta llegar al diagnóstico puede ser rápido y acertado o puede ser largo, invasivo por la cantidad de pruebas médicas e intervenciones, doloroso por la propia enfermedad y cargado de incertidumbre o frustración. 

La marca psicológica en estos casos puede ser intensa. Cómo el sistema médico atienda al paciente, los  profesionales que median e intervienen en el proceso, e incluso los familiares traten con la persona enferma, también serán determinantes, sobre todo, en su salud mental.

A nivel psicológico  pueden aparecer:

• Ansiedad
• Tristeza
• Sensación de incomprensión
• Cansancio psicológico
• Rabia
• Incertidumbre
• Confusión
• Sensación de incomprensión
• …

La sensación de sentirse incomprendido por lo

s demás, puede acompañar a la persona casi indefinidamente, especialmente cuando hay un dolor crónico o una  lesión que a los ojos de los demás no es visible. También, porque los familiares y amigos en un intento de animar a la persona, optan por frases o actitudes, que ponen mucha responsabilidad en la persona:

• «lo que tienes que hacer es salir más y distraerte, no pones de tu parte»
• «no te pongas nerviosa, así te pondrás peor, te vas a provocar un brote»
• «pues yo no veo que te duela tanto»
• «no debería dolerte tanto»

Como si la persona pudiera desconectar las emociones de un enchufe y hacer como si nada, o peor aún, cuando un profesional lo plantea cuestionando al paciente. Este tipo de situaciones pueden darse con frecuencia modulando sus emociones y por tanto afectando a su enfermedad.

Cuando el diagnóstico te cambia la vida

Además de todo lo que supone la enfermedad, en cuanto a dolor, malestar físico, un diagnóstico de enfermedad crónica, suele llevar consigo cambios en las rutinas habituales, tratamientos y revisiones p

eriódicas, y uno de los aspectos más difíciles de aceptar: las limitaciones y la pérdida de actividades habituales.

En este momento , si no estaba ya presente, aparecen la ansiedad, por la incertidumbre en relación al dolor o los síntomas propios de la enfermedad, y a los cambios que se producirán. Especialmente cuando la enfermedad es degenerativa y si hay esperanza de vida más o menos normal o si su curso es muy agresivo.

Aceptar la enfermedad

La confirmación de que se padece un enfermedad crónica no sólo es un golpe para la persona, también la pareja o los familiares tienen que realizar su propio proceso de aceptación. A veces, el ritmo y las fases por las que se pasan no son similares y las inquietudes varían. Por eso es importante pedir ayuda psicológica y trabajar las emociones y las nuevas dinámicas familiares.

Cómo afrontar el diagnóstico de enfermedad crónica

1. Pregunta e infórmate con los sanitarios que te atienden, están, quieren ayudarte y son la mejor fuente de información.
2. Date tu tiempo para asimilarlo, es normal que te genere emociones fuertes, y que te sientas como en una montaña rusa.
3. Pide ayuda psicológica, la terapia es un recurso que te aportará beneficios a nivel psicológico y la posibilidad de aprender estrategias que te ayuden a modular el dolor.
4. Habla con tus familiares, comunícalo y normaliza la situación. 
5. Evita foros y chats que no pertenecen a asociaciones o colegios profesionales, puede ser una fuente de estrés, desinformación o desacreditación y con frecuencia se ponen en lo peor. 
6. Sé indulgente contigo, seguramente tendrás limitaciones o cambios que hacer en tu vida,  no estarás al 100%, no te critiques, no te digas a ti mismo o no te pidas, lo que no lo pedirías a los demás.
7. Trata de focalizarte en los momentos en los que puedes sentirte bien y en las cosas que sí puedes hacer y mantener.
8. Sé estricto con las indicaciones médicas, las rutinas o los cambios que te proponen. A veces, cuesta mantener una dieta determinada, hacer una rehabilitación o dejar de hacer determinadas cosas… aunque cueste, serán un resurso valioso, para estabilizarte y mejorar.
9. Pide, no dejes de pedir lo que necesites de comunicar tus sensaciones y
10. Déjate cuidar, ya llegarán días que estés mejor y seas tú quien apoye a los demás. Ahora te toca a ti.
11. Busca ayuda en asociaciones  o profesionales especializados.
12. Recuerda:

     Las cosas pequeñas del día a día, los momento sencillos con las personas que queremos, marcan la diferencia y le dan sentido a la vida.